Esta línea férrea funcionó entre los años 1890 y 1969, tenía una trocha de 0,60 m y alcanzaba una velocidad de 20 km por hora arrastrando dos vagones, estuvo destinada en un principio al transporte de cargas, pero luego, a instancias del ingeniero Herlitzka, se la acondicionó para el traslado de pasajeros y se amplió su recorrido, que luego de pasar por varias localidades llegó a finalizar su recorrido en Mburucuyá.
Es necesario recordar que durante la intervención de Claudia Bello casi se perdieron estas reliquias que nos cuentan de un momento de nuestra historia, y que gracias a la determinación de los pobladores de Santa Ana y sus alrededores que armados con sus herramientas de labranza resistieron al despojo, se pudo conservar este patrimonio histórico que aunque no se encuentra debidamente protegido de la acción de los elementos, sabemos que es nuestro y está allí.
En la imagen, la entrada y el cartel de la "estación Santa Ana".
Ramón Francisco Martín.
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